En la actualidad encontrar alumnos con TDAH Y TDA ya es muy común por lo que es indispensable como maestra estar preparada para poder atender este tipo de alumnos y no solo eso, lograr también integrarlos a las aulas regulares de la manera más efectiva posible; ya que según “Datos derivados del censo de 2010 del INEGI informan que en México existen aproximadamente 42.5 millones de niños y adolescentes de 0 a 19 años de edad, por lo cual con una visión conservadora 1.5 millones podrían presentar TDAH” (INEGI, 2010)
Pero acaso, ¿será posible cambiar o mejorar el diagnóstico de un alumno con TDAH a TDA, es decir bajar o eliminar los niveles de hiperactividad que presentan, lo que transformaría totalmente su comportamiento ayudando con ello en su atención, memoria, concentración y por ende en su aprendizaje?
Comenzaré por mencionar que cada alumno o persona tiene características, gustos y necesidades diferentes y si a ello le agrego un trastorno como el TDAH, pues lo hace más especial aún; lo compartido mediante este escrito lo basaré en mi experiencia trabajando con Dylan, un alumno diagnosticado con TDAH a la edad de 5 años, desde entonces su mamá siendo madre soltera comenzó el arduo trabajo de buscar todas y cada una de las alternativas sugeridas por médicos, neuropediatrías y especialistas que tuvo la oportunidad de ver por el seguro social y de manera particular para darle seguimiento al trastorno de Dylan, siguió cada una de las terapias y medicamentos sugeridos al pie de la letra. Un año después cuando Dylan estaba a punto de cumplir los 6 años llegó a la primaria siendo mi alumno en primer grado, al conocer todo su historial me asesoré con ayuda de su mamá, el equipo de USAER (Unidades de Servicios de Apoyo a la Educación Regular) y diversos cursos que encontraba para poder atenderlo de la mejor manera posible, su diagnóstico hasta ese momento TDAH, pero conforme fueron avanzando los meses me fui dando cuenta de que el alumno mejoraba cada día más en su hiperactividad, ya no era tan constante y en ocasiones ni siquiera se notaba que fuera un niño con dicho trastorno.
Al pasar los meses tuvo una nueva revisión por parte de los especialistas que llevan su control y detectaron que ya no presentaba signos visibles de hiperactividad, por lo que decidieron cambiar la medicación para enfocarla en la atención y/o concentración del alumno, a partir de ese momento se dio un cambio radical en Dylan, porque comenzó a mostrar mayor interés por participar en clase, ahora es capaz de terminar sus trabajos correctamente, logra seguir indicaciones de manera muy puntual, mantiene su lugar de trabajo limpio y ordenado, cuida de sus materiales, se muestra más seguro de sí mismo y en ocasiones logra apoyar algunos de sus compañeros cuando lo necesitan o presentan alguna duda en su trabajo diario.
Ahora a los 7 años, su diagnóstico fue cambiado a TDA manteniendo sus terapias y medicamentos, pero enfocados solamente a su último análisis, lo que asegura que vaya mejorando cada día más y que su futuro sea más prometedor.
Evitando así que Dylan se convierta en parte de las estadísticas ya que como lo menciona Sauceda “sólo una minoría de niños con TDAH llega a la edad adulta sin sufrir adversidades serias lo cual sugiere que el tratamiento del TDAH en la niñez está lejos de ser óptimo” (2014, pág. 15), además de ser muy lento y costoso para las familias.
Actualmente Dylan a diferencia de sus compañeros solo presenta dificultades en lateralidad, haciendo visibles los siguientes signos según Caballero “confusión entre derecha e izquierda y errores en el trazo de algunas letras que implican inversiones o rotaciones”(2017, pág.43), por lo que utilizó láminas, organizadores gráficos o imágenes que favorezcan el desarrollo de habilidades visuales y perceptivas, además en educación física el maestro practica la direccionalidad, coordinación y manejo de la derecha e izquierda, tal como lo sugiere Caballero (2017, pág. 43 – 44).
Como docente me concentro en mantener la motivación constante y cuidar las emociones de mis alumnos porque, así como lo menciona Ortíz:
La motivación conduce a la acción, y sin actuación no hay aprendizaje, de ahí que la motivación es la base del aprendizaje, y ésta se logra impactando en las emociones de nuestros estudiantes, preguntándonos qué es lo que verdaderamente les impacta, qué les llama la atención y desempeñarnos en correspondencia con estas motivaciones. (2015, pág. 190)
Lo cual me ayudado a concretar aprendizajes significativos en mis alumnos, fortalecer lazos de amistad, cuidado y empatía entre ellos, logrando un grupo de “personitas” que se cuidan y ayudan en todo momento, considerando a Dylan uno de los mejores compañeros del grupo.
Gracias a todas las investigaciones ahora sé que no todos los niños con TDAH o TDA presentarán secuelas, dificultades o consecuencias negativas por padecer dicho trastorno, es posible lograr con el diagnóstico a tiempo, la medicación y las terapias adecuadas, que muchos superen dicho trastorno o por lo menos aprendan a vivir con él sin tener repercusiones en sus vidas adultas.
Como maestra me queda el compromiso de seguir identificando todos aquellos alumnos que puedan tener algún trastorno que aún no hayan sido diagnosticados y por ende tratados adecuadamente, para mejorar su vida actual y así obtener un mejor futuro, apoyando a todas aquellas familias que por ignorancia o falta de recursos no hayan identificado en sus hijos algún trastorno como es el TDAH.
Referencias
Anderson, D., Lee, S. (2024) ¿Cuál es la diferencia entre TDA y TDAH? (2024), Child Mind Institute, Inc. https://childmind.org/es/articulo/cual-es-la-diferencia-entre-tda-y-tdah/
Caballero, M. (2017) Neuroeducación de profesores y para profesores, Ediciones pirámide.
Instituto Nacional de Geografía y Estadística 2010.
Ortiz Ocaña, A. (2015) Neuroeducación. Cómo aprende el cerebro humano y cómo deberían enseñar los docentes (Primera edición), Ediciones de la U.
Sauceda García, J.M. (2014 Septiembre–Octubre) Trastorno por déficit de atención con hiperactividad: un problema de salud pública Revista de la facultad de medicina de la UNAM Vol. 57, N.o 5.