La educación a distancia tiene diferencias modelos de intervención, la modalidad virtual, se lleva a cabo mediante diferentes tecnologías informáticas y de telecomunicaciones y ha cobrado importancia en los últimos años, gracias a su fácil acceso, ya se puede tomar un curso, clase, conferencia, licenciatura, posgrado, etc., desde cualquier lugar del mundo, utilizando un aparato electrónico.
La diferencia que tiene esta modalidad, con la presencialidad, a la que la mayoría de las personas estamos acostumbradas, ha logrado que no se le tome muy en serio, pues el encuentro cara a cara que se lleva entre maestro o maestra y alumno o alumna, quizá no se realice en ningún punto del curso, esto hace que algunas personas crean que se le resta formalidad.
La educación virtual ayuda a trascender a la educación, pues les permite el acceso a más personas en el mundo, se adapta a sus diferentes realidades, con sus tiempos, particularidades y contextos. El que pueda ser asincrónica permite que cada persona se organice de manera diferente, y logre realizar sus actividades sin la necesidad de trasladarse grandes distancias o ahorrar tiempo realizándolas desde casa o trabajo.
El constructivismo como lo dice (Ortiz 2002) es susceptible a interpretaciones cómodas, perezosas y permisivas que adjudican al estudiante casi todo el trabajo. El alumno o alumna es el responsable de construir su propio aprendizaje, siempre guiado por un profesor o profesora que detrás de la tecnología realiza un proceso de enseñanza aprendizaje propicio para ellos y ellas. En una cultura donde no se acostumbra establecer hábitos, se hacen las cosas por obligación y no por gusto, resultara difícil aceptar que se puede utilizar el tiempo de manera responsable.
La presencialidad esta tan presente en la vida de las personas que cuesta trabajo entender que se puede trabajar desde fuera de un salón de clase, oficina, etc. Y como lo menciona (Ortiz, 2002) Dentro de la virtualidad existen muchos cursos vacíos, superficiales u obsoletos al igual que maestros dentro de la presencialidad.
Los resultados no se rigen por la manera en que se lleven a cabo las clases, sino de la manera en que las personas llevan a cabo las actividades, si un alumno o alumna no está interesado en aprender no lo hará de ninguna las formas posibles. La modalidad virtual se rige por la responsabilidad de las personas, o sea, que todo lo que se hace dentro de esta, es para sí mismo. No existen escusas dentro de los tiempos, y aunque los profesores o profesoras puedan ser lo más flexibles posibles seguirá teniendo el mayor peso el compromiso de los alumnos y alumnas con su aprendizaje.
Como lo menciona (Ortiz 2002) dentro de las instituciones virtuales del mundo, Hispanoamérica tiene el 4.8% de estas, pero existen proyecciones trazadas con estadísticas comerciales que dicen que en cuatro años pasara a tener el 25% de ellas. Lo cual quiere decir que la educación virtual está creciendo a pasos gigantescos, y las barreras que existen entre municipios, estados y países se reducirán de manera notoria.
Mientras el profesora o profesora le brinde un acompañamiento adecuado a sus estudiantes y estos forjen hábitos para la realización de las actividades, el proceso de enseñanza-aprendizaje permitirá que no se le quede a deber nada a la presencialidad, y se convierta en una modalidad de estudio tan seria como esta.
Bibliografía: Ortiz, Carolina (2002). Apuntes sobre la educación virtual. Revista Latina de Comunicación Social, 5(50),0.[fecha de Consulta 20 de Marzo de 2022]. ISSN: . Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=81955007