Niños con familia, que parecen huérfanos porque no los atienden

Introducción

Cada inicio de ciclo escolar para mí, es como un lienzo en blanco para el pintor, porque tengo la oportunidad de plasmar en él, la obra que yo diseñe, con los elementos que me parecen más idóneos para lograr la mejor creación. Sin embargo en los últimos años ha sido cada vez más difícil conseguir que mi gran obra de arte quede plasmada con los colores, formas e inspiración que como maestra considero debe cumplir ya que me ha faltado un elemento importante el apoyo y respaldo familiar hacia mis alumnos. Es por ello que en esta columna me centraré en, ¿Cómo debe cambiar mi papel docente para enseñar a niños con familia, pero que parecen huérfanos porque no los atienden?

Planteamiento del problema

Desde que inicié mis estudios como maestra leí incontables textos de cómo lograr el aprendizaje significativo de los alumnos, descubriendo ahí la importancia del trabajo conjunto y de apoyo entre la escuela, maestra y padres de familia; hasta hace algunos años lo había tenido, no al 100%, pero si en su mayoría.

Actualmente me enfrento con una generación de alumnos a quienes ni siquiera los dotan de sus materiales esenciales para el trabajo diario, es decir las libretas y sus útiles para escribir y colorear que normalmente traen en sus cartucheras; así que hablar de comprar alguna guía de apoyo, solicitar investigación en casa o materiales extras que me gusta utilizar con mis alumnos para promover en ellos diferentes habilidades, destrezas y conocimientos, pues no los puedo considerar.

En ocasiones solicito materiales accesibles, de reúso o hasta algunos que nos aporta la naturaleza, como hojas secas de los árboles, palitos, piedritas que tienen a unos pasos de su casa o en ella misma, pero ni así existe el apoyo a los alumnos para que lleven sus materiales.

Pero entonces al estar tan limitada vienen a mi mente las palabras de Pestalozzi: 

“Yo quiero ser maestro de escuela”. Para ello tuvieron confianza en mí. He llegado a ser maestro de escuela y desde entonces sostengo una lucha que me impulsa contra mi voluntad a llenar los vacíos de mí espíritu y a vencer la impotencia que me ha impedido realizar mis proyectos. (2003, p 8)

Porque así tal cual me siento momentáneamente y esos pensamientos y sentimientos me impulsan a buscar nuevas formas de llevar a cabo mis planes, actividades, ideas y proyectos aún con las dificultades que se me presentan en mí día a día.

Desarrollo de argumentos y fundamentos: análisis. 

Fue así como vino a mi mente la siguiente interrogante ¿Será posible llegar a una educación integral mediante la interacción con el mundo que les rodea a mis alumnos a pesar de no contar con el apoyo de sus familias?; empecé a investigar cómo desde la escuela puedo desarrollar en mis alumnos habilidades, destrezas básicas y preponderantes para la adquisición de la lectoescritura, el desarrollo del pensamiento crítico y las matemáticas, ya que son los aspectos más importantes para mí en este momento al estar en un grupo de primer grado.

Y en ese camino de investigación encontré la primera luz en lo escrito por Pestalozzi, “trataba de investigar también hasta su primer punto la época en que principia la instrucción de un niño y adquirí pronto la convicción de que: la primera hora de su instrucción era la hora de su nacimiento” (2003, p. 22), tal cual como yo lo aprendí desde mi formación como docente y durante los años que llevo en esta bella profesión, pero entonces cómo apoyar a mis alumnos para recuperar lo que sus familias no les han dado desde que nacieron, pues aprovechando el mundo que les rodea porque “desde el instante en que sus sentidos se hacen sensibles a las impresiones de su naturaleza, desde ese instante lo instruye la naturaleza”. (Pestalozzi, 2003, p. 22), así como lo dice un dicho muy común si la vida te da limones pues haz limonada, pero no una limonada común, sino la mejor de todas buscando siempre encontrar el punto exacto en el dulce y lo acidito del limón.

Entonces integré dentro de mi primer proyecto del “nombrario” hacer letreros para las libretas, les lleve pequeños cuadros de un cuarto de hoja de color para escribir los títulos de cada una, después pegaron en la pasta el letrero acorde al color del cuaderno y así aunque no las traen forradas les es, más fácil encontrarlas. Yo les digo ¡ahora trabajaremos con la libreta roja! y ellos me preguntan: Maestra ¿la que tiene el cuadrito rojo pegado?, si mi rey, en esa; lo que me ayuda bastante para aprovechar los tiempos y motivar a los alumnos en su independencia.

Después del diagnóstico, comencé a trabajar con diferentes actividades de operaciones infralógicas que son el antecedente para la consolidación y manejo de los números, pero también ayudan a ubicar los espacios, tiempos, formas, tamaños, colores, lateralidad, que son, principios básicos en la adquisición de la lectoescritura; con la experiencia de mis últimos diez años atendiendo grupos de primero y segundo grado, idealice avanzar como lo había hecho con otras generaciones, pero “la absoluta ignorancia de todos mis discípulos me hizo retenerlos largo tiempo en los principios, y esto me indujo a descubrir el aumento de fuerza intelectual que se alcanza por el conocimiento perfecto de los primeros elementos” (Pestalozzi, 2003, p. 11), es decir, avanzar poco a poco pero con pasos firmes.

Conclusiones

Mi papel como docente ha cambiado y seguirá haciéndolo para adecuarse a mi nueva realidad, lo cual agradezco porque me ha permitido potenciar aún más mi inteligencia y creatividad, buscar nuevas formas de hacer mi trabajo de manera bonita y libre, pero dando resultados favorables que se reflejen en la obra de arte que voy construyendo en cada uno de esos lienzos en blanco que recibí al inicio del ciclo escolar.

Referencias: 

Pestalozzi, Johann Heinrich (2003). Cómo Gertudris enseña a sus hijos. Porrúa.

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